¡Vamos! ¡Hay un futuro por diseñar!
Nunca, antes de la universidad, pensé tomar Diseño Gráfico como disciplina. Aunque sí de algo estuvé seguro fue que iba a desarrollar para la web de una u otra forma. Del tema web llegue al diseño gráfico y nada más fue igual, ahora sé que quiero ser: diseñador gráfico.
Pero cuidado, porque decir diseño gráfico puede evocar demasiadas cosas. Usualmente se le reconoce por los elementos que lo rodean, mencionemos por ejemplo los colores, dibujos, formas, entre otros; pero no por sus motivaciones. Se ha olvidado que el diseño gráfico, ante todo, es una disciplina para comunicar personas, y mejor aún, para hacerlo de una forma visual porque es efectiva, y sí se quiere también eficiente. Olvidamos que lo importante es un mensaje y no una marca, que un color sigue siendo un color y evoca una idea sin importar si esta, o no, patentado por Pantone.
De esa forma mi lanzamiento hacía el diseño gráfico surge porque descubrí que un lugar tan amplio como el mundo, con sociedades complejas, tecnología impresionante, entre otras condiciones «ideales», uno de nuestros principales problemas sigue siendo NO podernos comunicar adecuadamente. Qué la emoción de las narraciones —históricamente la mejor forma transmitir conocimiento—, la franqueza al expresarnos y en general cualquier expresión, son relevadas a un plano de entretenimiento, pasatiempo, y quién sabe qué más.
Sin embargo, al dedicarte al diseño gráfico puedes encontrar, como en los viejos tiempos sucedió con los artistas, esa motivación para expresarte, de comunicarte con otras personas y, en resumen, estudiar esa dinámica de comunicación entre seres humanos. Una dinámica que más adelante te lleva, como persona, a entender y poderte expresar mejor en sociedad, en poder ver un poco más allá de las sutilezas de la comunicación, y en el caso de diseño gráfico, ganando valor a través de la estética visual.
Hoy, en el día mundial del diseño, digo que celebremos en especial ese diseño que estudia la comunicación y la expresión, ese diseño que nos permite avanzar como seres humanos. Busquemos qué el invento de un teléfono, computadora o nuevos artilugios parezcan malos trucos de magia en comparación al avance que podemos obtener de aprender la habilidad de comunicarnos para expresar mejor nuestras ideas, pensamientos y por supuesto emociones, independiente de la máquina de turno.
¡Vamos diseñadores! ¡Hay un futuro por diseñar!