FILGUA 2011: Mercado de libros, mercado de historias.
Tres visitas a la reciente Feria internacional del libro (FILGUA) merecen, como mínimo, una nota en su honor, o algo así me susurro la conciencia hoy por la mañana —hace mucho que no la escuchaba—, y como estuvimos de acuerdo en eso decidí obedecer escribiendo algo al respecto.
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Llegar a un gran salón, lleno de toldos, mesas y sillas plásticas, a desayunar shucos (hotdogs) a las tres de la tarde no es la imagen que se tiene de un «evento cultural», de una feria de libros, y sin embargo, así es. Tampoco existe la imagen buscar libros acompañado de más de una persona, dos máximo, y sin embargo, ahí estaba acompañado de seis lectoras, que juntas han leído más de lo que leeré en está y mi otra vida, buscando libros. Lo que intento decir es que la FILGUA no es lo que te venden sino lo que vas a buscar, si no sabes que buscar tampoco esperes encontrar.
Esa primera visita sucedió un sábado, segundo día de la feria, regrese con libros nuevos y el gusto de haber visto de nuevo caras conocidas… ¡Diablos, eso también lo hubiera podido hacer en un centro comercial! —pensé, arrepentido de no haber hecho más—.
Ya consciente de haber sido víctima de esa enfermedad me-encierro-en-un-edificio-a-ver-objetos, tan común en centros comerciales, ubique en el programa de FILGUA la presentación del proyecto Wikiguate, un proyecto que me gusta, para ir y de ser posible conocer a la gente detrás. También, como de pequeño me enseñaron a decir gracias, planifique (porque no lo conseguí) pasar agradeciendo al Movimiento Ati por esas —ahora— 110 entrevistas que realizaron entre artistas y otras personas interesantes.
Ya no iba por libros, necesitaba conseguir algo más, y lo conseguí. Junto a Hugo, de GuatemalaDailyPhoto, conversamos con Aída Toledo y Enrique Noriega acerca de libros y diseño gráfico, pasamos a decir un breve, y tímido, «Hola» a Vanía Vargas y Carmen Lucía Alvarado, sacamos fotos de la orquesta y hasta me reí un rato del circo de Panchorizo. Listo, FILGUA se veía diferente luego de haber saludado a escritores y seguirle la pista a sus proyectos.
Pero faltaba más, como lector-de-bus que soy tenía que subirme al bibliobus, por simple y maldita curiosidad de subirme a un bus lleno de libros. Así que regresé una tercera y última vez, ahora sí a felicitar a la gente de Movimiento Ati y donar libros para la biblioteca que están armando, a conseguir un libro más para mi biblioteca (y si, fueron más de dos), por un autógrafo de Aída y Enrique en sus respectivos libros, a ver el ritual maya (¿?) OXLAJUJ B’AQTUN, Sotz’il y por supuesto a subirme al bus lleno de libros.
Salí de FILGUA de la misma forma en que llegué, comiendo shucos, pero está vez con muchas historias bajo el brazo.
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«Este es mi favorito» —le dice la niña al papá en el Bibliobus 🙂
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No es lo que te venden sino lo que vas a buscar.
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Continuación: FILGUA 2011: Cuentero el patojo —la lista de libros comprados en FILGUA.
4 comentarios
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Tengo mucho tiempo sin ir a una feria del libro, me encantaría subir al bus de libros, yo también muchos libros o revistas las iba leyendo en el bus.
Muy buena entrada.
El bus es genial, lastima que no hace tours para ir leyendo jejeje Gracias por comentar Nicté.
Me imagine que esa niña sentada en el bibliobus seria mi Tefy…diciendole a su tio cual era su favorito. Me encanto tu entrada pero esperamos la segunda parte, porque aun no sabes las historias que te llevaste de FLIGUA 2011 dentro de esos mas de dos libros.
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